jueves, 19 de enero de 2012

Capítulo 5: Salado

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Capítulo 5
 Salado
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            Y todavía no entendía como había llegado a aquella situación. Todo era tan problemático que casi había querido lanzarse por un acantilado en cuanto los dos amigos de la escoria se habían marchado hacia un punto desconocido del centro que ahora no estaba tan abarrotado de gente. Había pasado exactamente media hora desde que Danielle y Alex estaban sentados en la misma fría banca sin mirarse ni dirigirse la palabra, la tensión no dejaba hablar a ninguno de los dos… ¿Cómo ocultar su sonrojo ante los ojos inquisitivos de aquel ser que realmente le caía malísimo? No le había gustado nada que su recién conocida y amable amiga Karina hubiera creído que ella era la gran y oculta enamorada del moreno porque ciertamente no lo eran, es más, eran todo lo contrario, polos opuestos. Decían por ahí que los polos opuestos se atraían, pero definitivamente esa teoría no se aplicaba para ellos, eran tan distantes y malhumorados que no soportaban estar hablando por más de cinco minutos seguidos porque acababan hasta lanzándose improperios.

            ¡Ah! La buen aventurada pero rebelde Julieta la había puesto en una situación sumamente difícil de explicar y soportar… Tener que pasar casi todo el santo día al lado de del chico aborrecido no se lo deseaba ni a su peor enemiga por más daño que le hubiese hecho. Giró un poco la cabeza y observó rápidamente como Alex tenía las piernas abiertas y se encorvaba un poco ya que apoyaba muy cómodamente uno de sus codos en la rodilla mientras su mano cerrada en un puño sostenía su barbilla a la vez que su otra extremidad se cerraba fuertemente en torno a su articulación. Definitivamente estaba algo molesto y cansado a juzgar por la presión que su mano ejercía sobre su rodilla, a lo mejor también estaba pasando un mal momento gracias a su descarriado hermano.

            ¿Y quién no? ¡Que se los lleve un tren a todos los que están en contra!

— ¿Alex? — Escuchó decir a una melodiosa voz que jamás había oído en su vida. Genial, lo menos que le hacía falta es que viniese una fan del chico y la quisiese matar por estar sentada en el mismo banco que él ocupaba.

            Levantó un poco la cara y observó a la chica que había hablado. La perfección física que aquella joven morena desprendía casi le eclipsó los ojos e irremediablemente tuvo el deseo de restregárselos… ¿Había sido un ángel a caso? Ella se sentía tan insignificante ante tanta belleza que casi le daban ganas de llorar de pura pena.

            A simple vista la chica tenía un cutis perfecto. Rasgos finos y armoniosos, labios rojos y delgados, nariz perfilada y respingada sin ninguna peca que la cubriera, cuerpo de diosa completamente a juego con sus ojos color ámbar y sus hebras tan negras como la noche sin estrellas; era mucho más alta que ella, o tal vez ese era el efecto causado por los tacones a la vista que casi le daban vértigo con tan sólo pensar en ponérselos siquiera.

            No. Definitivamente aquella chica no iba a matarla por estar al lado de aquel moreno que se creía la perfección personificada, pues, ellos combinaban perfectamente. Sintió una opresión tan grande en el pecho que creyó que sufriría un infarto a pesar de ser tan joven. Aquella opresión no era causada por que aquella chica complementaba a Alex como a nadie; aquellos sentimientos de encierro y unas terribles ganas de llorar eran causados porque sabía que ella no podría llegar a ser tan hermosa como esa chica que parecía modelo de revista.

            ¡Oh claro que no! Y era precisamente por eso que ella no tenía pretendientes. O por lo menos eso creía. Ella no era llamativa, no tenía tanta altura y definitivamente no tenía un cuerpo de infarto como la mujer que aún veía de reojo. Lo único de ella que podría llegar a llamar la atención era ese cabello rosa chicle del que no se sentía tan orgullosa pero ¡Oh! Como le gustaba tener ese color de tinte, como ya había pensado antes, la hacía sentir diferente a todas esas insípidas plásticas que veía en todos lados.

— Oh, Naomi. — Agudizó sus sentidos al notar que el pelinegro se había levantado de su asiento y cambiado su tono de voz irritante por una completamente amable y acogedora.

            ¿Ese era el milagro causado por las caras bonitas? ¡Debía ser! Porque hace unos segundos Alex tenía un aura asesina y sangrienta encima. ¡Oh! Como deseaba ser una cara bonita a veces… pero no, definitivamente era mejor así. No era que no se sintiese agraciada, sino que para sí misma era sólo una bonita del montón, porque era linda, muchas veces se lo habían dicho y no le cabía duda de ello.

— ¿Qué tal has estado? Mucho tiempo sin verte — dijo la morena con su voz alegre mientras abrazaba al de ojos oscuros bajo la atenta mirada mal disimulada e impresionada de Danielle, aunque realmente ninguno de los dos notó aquello. Su presencia era como un cero a la izquierda y eso ciertamente a ella no le importaba, pues mientras menos la percibieran mucho mejor iba el asunto.

— He estado muy bien… ¿Qué tal tú? — Siguieron preguntándose sin percibir la presencia de la chica de hebras rosadas, lo cual la afectó sólo un poco… ¿Era tan insignificante como la nada o qué? ¡Por dios! ¿Cómo no iban a darse cuenta de su figura? ¿A caso era una estampita pintada en la pared?

            ¡Oh si! Eres una estampita pegada a la pared. Una estampita sin importancia.

            Los ojos verdes bastante claros de la chica veían sin ver realmente e intercambio de miradas y palabras de los dos morenos. Al parecer hablaban de algo importante, aunque eso no era asunto suyo y le importaba muy poco lo que la escoria tuviera que hablar con la top model de turno que tenía ante sus ojos. Los asuntos de los demás jamás le habían importado, al menos que tuvieran que ver con ella.

            Y los asuntos de los demás jamás tuvieron que ver con ella ¡Joder!

— ¿Y Alejandro? Lo he extrañado bastante, me hacía reír mucho cuando éramos pareja — Se lamentó la chica con melancolía mientras Danielle intentaba no ahogarse con su propia saliva ante tal afirmación.

            ¿¡Esa tal Naomi que parecía de la edad de Alex había sido novia de Alejandro!?

            ¡Sorpresas que da la vida querida!

            Aunque no estaba viendo al alto moreno de frente pudo percibir su incomodidad de responder tal pregunta. No era para menos, ¿cómo decirle que el niñato se había escapado con una jovenzuela de su edad? La raya más grande del universo, para él claro, pues seguramente todos creían que tenía todo fríamente calculado y controlado.

— Está muy bien, le diré que preguntaste por él — mencionó él con su tono expresamente frío que inspiraba un poco de desconfianza, aunque seguramente ella no lo notara, pues al parecer se llevaban bastante bien.

— Oh si, te lo agradecería mucho — Agradeció antes de que su teléfono sonara y ella pidiese disculpas para contestarlo lejos de ellos. Alex le dio un gesto para restarle importancia al asunto y ella le sonrió antes de alejarse para atender a la llamada colocándose de espaldas a ellos.

            Seguramente la llamada era bastante importante. Era probable si parecía miss.

— Ni hables — le advirtió el moreno entre dientes sin siquiera voltear a mirarla.

            Ok, eso era demasiado para ella… ¿¡Era una cucaracha a caso!?

— ¡Ja! — Fue lo único que exclamó antes de voltearse completamente a otro lado totalmente malhumorada. Ella no comía por él, gracias a dios.

            ¿¡Cómo le decía una cosa así!? Quería ahorcarlo y lanzarlo por las alcantarillas para que las cloacas se lo llevaran lejos de la ciudad y no tener que verlo nunca más en su vida. Eso sí, antes que le devolviera a su hermana y después podría hacer todo lo que quisiera con su vida. Sí, eso.

            ¡Estaba salado, muy salado!

            A causa de su posición, la pecosa no pudo ver el nuevo acercamiento de la muchacha hacia ellos, y mucho menos quería volver a verla, sentía que a causa de ella estaba perdiendo un tiempo valioso que podía servir para encontrar a su hermana y llevarla hasta el departamento tomada de los cabellos si era preciso. Pero no. Al parecer Alex se preocupaba más por ser amable hipócritamente con aquella mujer de facciones finas y curvas definidas.

            Decía que hipócritamente porque conocía bastante bien a aquella escoria y podía decir fácilmente que él no era amable ni con su hermano.
           
              ¡Oh claro que sí!  

— Perdona que te deje de esta manera.

            ¡Bingo! Ya se va.

— Pero me han llamado de la agencia y necesitan urgentemente mi presencia para la sesión de fotos. — Se lamentó la chica con voz dramática mientras colocaba una de sus manos en su cara y luego se acomodaba el cabello.

— No te preocupes, siempre has estado ocupada con la agencia de modelos — mencionó el galeno con un tono de lo más normal para restarle importancia a la situación.

Así que sí es modelo… Hm. — Pensó Danielle aún de espaldas hacia los dos morenos. No quería empezar de nuevo a compararse con aquella chica que le ponía los pelos de punta y casi la colocaba al borde del colapso porque no se iba y no podían seguir con la búsqueda.

            ¡Ah joder!

— Bueno, un gusto verte de nuevo. — Sonrió mientras le daba un cálido abrazo a Alex que por suerte la joven de hebras exóticas no pudo presenciar —. Mira, aquí tienes una tarjeta. Mi número de teléfono y de la agencia están allí — dijo amablemente luego de entregarle una pequeña tarjeta plateada al hombre, el cual la recibió con gusto —. ¡Adiós! — Se despidió al fin a la vez que se alejaba rápidamente meneando las caderas haciendo que los hombres voltearan a mirarla y las mujeres se pusieran un tanto celosas por tanta belleza.

            Bueno, no todas.

            ¡Claro que no!

            Si Danielle  pudiese echar humo por las orejas y fuego por la boca seguramente ya lo estaría haciendo con todo el gusto del mundo. ¡Solamente habían perdido el tiempo! ¿Es que realmente él no sentía nada de preocupación por la desaparición de su hermano?

            ¡Maldición!

            Se giró con su mueca característica en los labios y miró al pelinegro con ojos tan calcinantes como lavas ardientes. Sus ojos verdes lanzaban destellos de fuego imaginario.

            Alex la miró un poco sorprendido por tal observación… ¿Qué le pasaba? ¿Se había vuelto loca? Primero estaba ruborizada por algo que él ni siquiera se había tomado muy en serio pero ahora parecía tan molesta que tenía aquel semblante que siempre le veía cuando peleaban a altas horas de la noche.

            ¿¡Quién carajos entendía a Danielle Montenegro!? ¡Demonios! Porque él definitivamente no entendía su carácter.

            Le daría un premio al hombre que lograra entender ese comportamiento bipolar.

— ¿Se puede saber qué te pasa? — Preguntó con tono arisco.

            Tic.Tac.Tic.Tac

— Nada. — Respondió la joven mientras se levantaba hecha una furia y se ponía a caminar a pasos de gigantes en dirección contraria a la que se encontraba un contrariado pelinegro.

            Sí, definitivamente le daría un premio al que lograra entenderla.

            Salió casi corriendo tras ella al notar que no había reaccionado del todo.

— ¿Qué diablos sucede ahora? — Interrogó él de mala gana cuando llegó a su altura y se colocó frente a ella para impedir que siguiera caminando. Su vecina era extraña, estaba comenzando a pensar que estaba loca y necesitaba un psiquiatra.

            Danielle alzó tanto la cabeza que por un momento deseó tener unos tacones de diez centímetros para no tener la sensación de que su cuello se estaba estirando demasiado. Ella era sólo de un metro cincuenta y nueve… Bueno, ella estaba por debajo del promedio realmente, Julieta era hasta más alta que ella pero igualmente ¡Él era como de dos metros! Parecía una torre teniéndolo así de cerca.

            Demasiado cerca. A centímetros.

            Se sonrojó un poco sin motivo aparente y anheló el momento en el cual se mantenía sentada en el banco de espaldas a él, el momento en que no lo tenía tan de cerca y ni siquiera podía verle el rostro. Bajó la cabeza en busca de aire y sereno para luego dar un paso atrás en son de derrota. No quería pelear de nuevo. Julieta tal vez podría estar escondida por ahí esperando la primera de huir de nuevo si los veía peleándose.

            No podía darse ese lujo de perderla de nuevo. La quería demasiado y su madre seguramente la mataría o la mandaría de viaje a una isla caníbal sin resguardo.

            Sí, muy cruel.

— No pasa nada, en serio. Solamente olvídalo, me he puesto un poco molesta porque andas perdiendo el tiempo con jóvenes modelos de revista y eso me pone en una situación colérica ¿Me entiendes? Quiero encontrar a Julieta ahora mismo y llevarla al apartamento, si es necesario devolverla con mamá. — Danielle había soltado las palabras tan rápido que Alex se quedó estupefacto por unos segundos, aunque nos se notó nada gracias a su apariencia siempre automáticamente fría que sabía perfectamente como disimular sus fallos.

            La joven pecosa quiso taparse la boca ya que pensó que había soltado demasiadas palabras en sólo un segundo, pero ¿Cómo no hacerlo si casi se estaba muriendo? Ahora seguramente él la pagaría con ella por interrumpir la bonita burbuja que había tenido con la hermosa top model de revista adinerada a causa de sus palabras de “perder el tiempo” y cosas por el estilo. Y, aunque esperó las palabras estas no llegaron, solamente se dio cuenta de que el moreno le había dado la espalda repentinamente para empezar a caminar.

— Odio admitir que esta vez tienes razón, sigamos la búsqueda — habló Alex en un tono no tan borde como solía hacerlo cuando se trataba de ella así que eso la extrañó… ¿Sería que su voz chillona no había hecho efecto esa vez? Tal vez…

            Casi se quiso dar un golpe en la cabeza cuando se dio cuenta de que ya el joven estaba a metros por delante de ella. Su pensamiento la estaba traicionando y haciéndole perder el tiempo.

            Después de tanto quejarse ahora ella era la que lo perdía. ¡Sí! Definitivamente el mundo no la entendía nada de nada.

            Empezó a caminar un poco más rápido para alcanzarlo a la distancia, sus piernas eran más cortas que las de él, así que definitivamente tendría casi que salir corriendo para alcanzar a ese “piernas largas”. Afirmativamente, ese sería su nuevo apodo.

— ¡Oye espérame! — Exigió la pecosa alzando su chillona voz al intentar correr hacia el chico.

            A pesar de que Alex ya estaba bastante lejos, la escandalosa voz de su vecina lo hizo rodar los ojos y masajearse las sienes en son de molestia. ¿Por qué tenía que ser tan alborotada? ¿No podía simplemente hablar normal como cualquier otra persona? Su voz lo exasperaba tanto que estaba a punto de dejarla atrás de la búsqueda definitivamente, aunque eso solamente avivara su odio hacia él y lo terminara cacheteando, cosa que a él no le convenía ni en un millón de años, y por supuesto, a ella mucho menos. Los dos necesitaban a sus hermanos menores cerca en esos momentos.

            ¡Ah Alejandro! Ese niño impredecible en algunas ocasiones… Su hermano era desvergonzado para algunos asuntos,  mal hablado cuando le daba la real gana, divertido, hiperactivo, fastidioso, astuto y pare de contar. Hubiera creído mil y un cosas sobre él, pero nunca se imaginó realmente que él se escaparía con una chica. Nunca se le pasó tal barbaridad por la cabeza.

            Una barbaridad que ahora estaba viviendo.

            Y por si eso no fuese poco, la chica en cuestión no era cualquiera. Oh no, claro que no. Era la linda hermana menor de la persona más temperamental, explosiva, escandalosa, fastidiosa, torpe y bipolar de todo el planeta. Sí, su vecina. El calvario en persona.

            ¡Ah! como odiaba oír esa voz tan chillona…

— ¿Qué no eras tú la que andaba apurada? — Cuestionó el chico con la voz más neutra que pudo haber colocado en cuanto a chica de hebras rosadas llegó a su lado.

            Danielle apoyó sus dos manos en las rodillas y no pudo hacer más que recuperar todo el aire que había perdido durante el maratón que había realizado.

— Sí, pero la próxima vez tendrás que amarrar esas extremidades para que no lastimen a alguien, piernas largas — reprochó con voz ahogada sin moverse de la posición que había tomado, por lo cual no pudo ver como el moreno apretaba la mandíbula y fulminaba a la calle con la mirada.

            Ok, él no había empezado con los insultos esa vez.

— A ver si haces más ejercicio e intentas crecer un poco más, enana — devolvió con veneno certero a la vez que comenzaba a caminar como si no hubiese dicho absolutamente nada, aún sabiendo que seguramente su vecina lo estaría viendo con una venita sobresaliendo de su frente. Le gustaba ver sus expresiones cuando estaba molesta, aunque claro, siempre había tenido que ser muy discreto para no echarse a reír de las muecas que hacía.

            Y bueno, Danielle Montenegro no estaba muy alejada de lo que Alex Sabaraín se había imaginado. Ahora en vez de estar cogiendo aire estaba con la boca levemente abierta y los ojos entrecerrados con una notoria mueca de molestia agregándole una venita sobresaliente de adorno.

            ¿¡Enana!? ¿¡Enana ella!?

— ¿¡Enana yo!? ¡Eres tú el que tiene complejo de poste! — Reclamó con indignación cuando llegó de nuevo al lado del joven que siguió caminando como si nada.

            La chica de ojos verdes lo observó colérica y de un momento a otro se cruzó de brazos y torció la boca como solía hacerlo cada vez que algo le fastidiaba, y él definitivamente la atormentaba.

            ¿¡Quién carajos lo aguantaba!? ¡Ah! Él era tan él que a veces provocaba ahorcarlo hasta que pidiese compasión. Volteó la cabeza con orgullo hacia su frente y estiró las piernas para adelantarse a él, aunque no pudo alejarse mucho pues el pelinegro la alcanzaba  fácilmente en un minuto. Aunque en una de esas veces en las cuales Danielle se adelantaba para no verle la cara y evitar que sus largas extremidades la alcanzaran, Alex sonrió.

            Sí, estaba sonriendo.

            ¡Fin de mundo!

            Y precisamente esperaba que ella se adelantara para ver como su exótico cabello se meneaba al compás de la suave brisa.

            Le estaba empezando a gustar aquel cabello tan extraño.

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